domingo, 10 de mayo de 2009

El ingeniero en recursos naturales



"Elige un trabajo que te guste, y no trabajarás ni un solo día de tu vida"
Confucio.
Este articulo fue enviado desde Valdivia por Yerko Castillo, Licenciado en Ciencias Ambientales y Recursos Naturales Renovables al Centro de Egresados de Ingeniería en Recursos Naturales Renovables de la Universidad de Chile.


Saludos comunidad recursera. Quisiera compartir con ustedes algunas impresiones de recursero recién entrando al mundo laboral, "the real world".


Desde los primeros ramos de nuestra carrera nuestros profesores fueron claros en transmitirnos una idea central: somos pioneros en cuanto a nuestra formación se refiere, una especie de experimento que promete dar frutos al corto y mediano plazo. La tarea para la cual se nos prepara es gigantesca en todos los ámbitos imaginables, desafíos titánicos en temas sociales, técnicos, políticos y académicos, por nombrar algunos.


Además de tener que enfrentar desafíos enormes también nos dejaron claro que hay muy poco camino avanzado en Chile y en el mundo en general. Es verdad que existen varias leyes y tratados en muchos países, pero la realidad una y otra vez nos enseña su más grande verdad: que la verdad duele. Duele ver día a día como los tratados y las leyes son pasados a llevar a toda escala, desde la temporera despedida injustamente por su patrón, hasta la forma en que los países desarrollados aumentan sus emisiones de gases de efecto invernadero echándose al bolsillo el tratado de Kyoto, contaminando la atmósfera que nos pertenece a todos y alterando nuestro clima. Día tras día se pasan a llevar los derechos humanos básicos, como son el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación o a tener una educación digna, supuesto básico necesario para poder generar cambios culturales al largo plazo. Sin embargo día a día vemos como la clase política se enfrasca en discusiones bizantinas y monólogos entre varios. Lo triste es que los políticos son el reflejo de nuestra sociedad y la verdad es que nuestra sociedad ya no se entiende. Si la respuesta de las autoridades ante los problemas ambientales es “acostúmbrese a vivir en la inmundicia” está claro que hay algo muy mal enfocado en esta sociedad.


Nos encontramos en un momento histórico muy particular y hay que asumirlo, la maquinaria del progreso ha alcanzado el desarrollo tecnológico necesario para potencialmente procesar todos los recursos de nuestro planeta. No sirve de nada intentar cerrar los ojos o esconder la cabeza. Claro está que resulta mucho más fácil y cómodo hacer como que nada pasa, o esperar a que otro arregle el problema, pero el hecho de conocer los problemas y no hacer nada por solucionarlos es convertirse en parte del problema. Hablo de la política interna de cada uno de nosotros, establecer los límites acerca de nuestros valores y principios internos, hasta qué punto soportamos los abusos e injusticias. Ser de aquellos con baja fibra moral, sin escrúpulos y con principios dudosos, o ser parte de aquellos íntegros y de posturas claras es una decisión que debemos enfrentar día a día cada uno de nosotros, ya que todos constituimos esta sociedad, no sólo algunos. Hablo de valores y principios personales y de cada uno, no hablo de colores políticos ni de ideologías, ya que para generar cambios socio culturales primero debemos partir por nosotros mismos y tener claro qué cosas vamos a tolerar y cuáles no. Hablo de ser consecuente con uno mismo, ser de los que pueden dormir tranquilos al terminar el día.


Como recurseros creo tenemos dos grandes misiones:


La primera, por nuestra formación multidisciplinaria y transversal, es poder ser intérpretes entre los distintos actores sociales de la sociedad moderna, cuyo mayor problema es que la gente ya no se entiende, como si se hablaran en idiomas distintos. No se comunican, ya sea porque se han especializado mucho en su área y han olvidado el resto (tipo “doctor de rodilla derecha”) o bien porque nunca se han dado el tiempo de aprender el idioma del otro. Me refiero por ejemplo a un agricultor hablando con un empresario, a un político con un pescador o a un juez con un científico. Esta sería nuestra primera misión, aprender a hablar el idioma de cada uno y poder transmitirlo al del otro, para así generar un encuentro y espacio común a todos los actores de nuestra sociedad, para que puedan entenderse y escucharse.



La segunda misión, por nuestra formación académica, es aprender a interpretar el lenguaje de la Tierra, del ambiente, y aprender a transmitirlo en lenguaje social de forma que la sociedad entienda lo que la Tierra nos quiere decir, y de manera informada poder tomar las mejores decisiones para todos .


Tenemos unos desafíos “más o menos”, un camino al cual no se le ve fin, lleno de obstáculos, piedras y barreras. Con lo único que contamos para avanzar es con nuestros principios y valores personales. Elegir de qué lado vas a estar al momento de enfrentar los problemas define en gran medida a tus compañeros de viaje, a tus aliados en esta larga lucha ético cultural que ya no para, por la sencilla razón de que el sistema material que la sociedad global ha generado ya no se detiene, pues siempre necesita crecer para mantener su estabilidad, el “status quo”. Es este crecimiento sin límite creado por la ilusión de oro y plata el que está llegando a niveles y rincones donde nunca se pensó que llegaría, a los lugares más prístinos y únicos de nuestra Tierra, a las culturas más ancestrales.


Debemos estar conscientes de que si nos enfocamos sólo en lo material, tarde o temprano nos veremos decepcionados, ya que nuestra fortaleza como seres humanos no radica en lo material, sino en lo humano. Lo material va y viene, son numerosos los casos alrededor del mundo donde lugares protegidos por su gran diversidad y riqueza ecológica y cultural han sido destruidos por la necesidad material o codicia de los países que las protegieron durante décadas. Lo peor de todo es que es esta destrucción la que al mediano plazo los empobrece todavía más, ya que los beneficios tienden a acumularse en manos de unos pocos que viven lejos, siendo transitorios los beneficios para las comunidades más cercanas.


Así funciona la realidad en la mayoría de los casos, en base a paradojas, paradigmas obsoletos, imposición de la violencia, desinformación y engaños. Tener esto muy presente y enfocarnos en los cambios sociales, humanos y culturales que podamos producir más que en lo puramente material, es nuestro desafío como recurseros y como sociedad para lograr el cambio cultural que nuestra sociedad globalizada requiere en pro de cambiar el rumbo .


El camino es larguísimo y lleno de obstáculos, y lo más probable es que nunca termine ya que siempre habrá nuevos senderos por recorrer. Debemos tener la libertad de poder elegir nuestros propios senderos y compañeros de viaje, para lo cual debemos preguntarnos acerca de cuál es nuestro lugar en el mundo, qué valores y principios regirán nuestros actos, de qué fibra moral estás hecho, cómo quieres que te recuerden los demás.


No esperemos una recompensa o reconocimiento, nadie premia la integridad o da galvanos por generar cambios culturales, pero ser reconocido y consecuente con uno mismo no tiene precio y es una recompensa mucho mayor que cualquier bien material.
Yerko

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